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Acerca del libro: “Hasta que apunte el día y huyan las sombras”.

La historia previa que llevaría al brutal doble femicidio cometido por un cura en Olavarría en 1888 contada en un libro 100 años después.









Por: Arq. Jorge Hugo Figueroa.


Hacia fines de la década de los 80, mi madre, la escritora Elsa Beatríz Nicolino, integrante de la S.A.D.E. (Sociedad argentina de escritores), me contó acerca de la visita de una escritora maravillosa llamada Sofía Laski. Sofía iba a presentar su libro del que les quería contar hoy.

Yo tenía 17 años y me encantaban las historias desde muy niño. Para situarlos cronológicamente, habían pasado 10 años de la anécdota que describo en la nota del domingo pasado llamada “La primera clase de buceo” (si acaso no la leíste, sigue el LINK ).

La historia de éste crimen muy conocido donde, el asesino Pedro Castro Rodríguez termina con la vida de quien fuera su pareja, Rufina Padín y de su hijita, Petrona, tuvo un pasado cargado de complicidades institucionales.

No quisiera “spoilear” (si se me permite el neologismo) el libro pero si contarles que se narra un sistema eclesiástico que tendía o tiende a proteger la institución a costa de darles protección a hombres y mujeres que han cometido abusos sexuales y todo tipo de vejámenes contra niños y niñas. Contra éste sistema, nos consta, que el actual Papa Francisco ha estado haciendo enormes esfuerzos por erradicarla y así poder denunciar a éstos criminales.

Básicamente lo que ocurría u ocurre, es que las personas sospechadas de cometer éstos crímenes son relocalizados en países de América del Sur, por ejemplo. Con el gran riesgo que esto conlleva, ya que, los propios especialistas afirman que los/as perversos/as no se recuperan.


En donde ahora está emplazado el teatro municipal se encontraba la primer iglesia de Olavarría y además una escuela llamada “Escuela elemental N°1”.



Es decir que se envía desde España a un criminal, no sólo a una iglesia perdida en la pampa húmeda, sino que estaba unida a una escuela con niños. Como se puede ver en las placas, fue en 1882 cuando se construyeron ambas edificaciones. Luego serían demolidas para construir en 1940 el actual teatro municipal.

Pero ahora les cuento un poco del libro.




La verdad es que, más allá de lo bien redactado que está, la historia previa al crimen, el desarrollo de una serie de eventos absolutamente reprobables por parte de la iglesia católica de aquella época (y dudo que se hayan terminado éstas prácticas) es lo que al final concluye con los femicidios.

Pero todos esos accionares se encontraban en concordancia con un modelo de familia en donde, por ejemplo, el hijo primogénito, generalmente, tenía el destino laboral dentro de la iglesia. Los castigos a los que se sometía a los niños y niñas eran brutales, siempre adornados con frases del estilo “el golpe es la caricia que educa”.

Para concluir: Un libro excelente, totalmente recomendable.

Abrazo digital.


Arq. Jorge Hugo Figueroa.


 
 
 

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